
Siempre he hablado mucho, tanto como escribo, a veces incluso más. Suelo contarles a mis amigos mil historias sobre mi forma de pensar y sobre las cosas que me ocurren, muchos se aburren rápido, otros me dicen que les encanta oirme, pocos me ignoran... Hoy estaba hablando con una buena amiga sobre mi particular egoísmo, sobre cómo puedo ser egoísta siendo tan desprendido de mis bienes materiales, y le explicaba que mi forma de ser llevaba consigo una necesidad imperiosa de sentirme único, en cualquier aspecto de la vida, pero único al fin y al cabo... y todo surgió por una broma en una conversación, pues según ella soy la única persona en el mundo que le hace sacar el diccionario en medio de una charla, pues no entiende del todo mi vocabulario. Le conté todo esto, dandole las gracias por hacerme sentir diferente, y me soltó una frase que aún hoy me mantiene extraño, como flotando en el aire: "Si quieres sentirte único no hace falta que lo busques, ya eres mi mejor amigo, y lo eres tú sólo". Sé que no es tanto la frase la que me destrozó mis defensas, sino el poder que le ha dado el sentimiento de la amistad, pues nunca me esperé que esta amiga (conocida por Internet, aún no tengo el gusto de haberla visto en persona) me dijera que soy especial en su vida, que no tiene mejor amigo que yo. Fué tan impactante porque no me había percatado de lo afianzada que estaba nuestra amistad hasta ese instante, no me había dado cuenta de que lo mucho que nos queremos es realmente "mucho", fue bonito sentirse especial por ese motivo
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